La hotelería, una historia apasionante (Parte 4)

por: Jorge Alberto Escobar de la Cuesta

CONTINUA LA HISTORIA DE LOS VIAJES

La semana pasada nos quedamos en las postrimerías del siglo XIV, el mundo ha pasado por una dura prueba.  Después de la oscuridad, llega un nuevo amanecer

EDAD MODERNA (SIGLO XV-HOY) 

El mundo se estaba ampliando.  Europa se sacude luego de los estragos causados por la peste negra, que diezmó la población en muchas regiones de ese continente y el mundo empieza a considerar el humanismo, es decir, al hombre, como centro y medida fundamental del universo, como una nueva realidad que compite con el concepto teocentrista que se impuso en los siglos anteriores donde todo giraba alrededor de  Dios.  La cultura y el conocimiento pasaron entonces de los monasterios a las calles, aparecieron las primeras universidades y con la invención de la imprenta, los libros se volvieron accesibles a un espectro mayor de población.

Este cambio de pensamiento impulsó el crecimiento de las ciencias y las artes y tras de sí, vio surgir nuevas formas de sociedad más centradas en las personas.  Este renacimiento, como se conoce este movimiento cultural , fue el origen de la modernidad.   Ya el orden político no obedece tanto a los antiguos poderes feudales, sino que se comienza a consolidar el concepto de “nación” y los muchos de los otrora siervos, son ahora ciudadanos de los “burgos”, en donde se van preparando y organizando en gremios productivos, lo que germinó una nueva clase social más amplia con poder adquisitivo importante, que ya no solamente se preocupaba por sobrevivir, sino que tenía excedentes para cubrir otro tipo de necesidades ya no tan básicas.  Esta nueva “burguesía” iba a cambiar para siempre las relaciones de poder en las sociedades.

Si bien la iglesia mantuvo un poder significativo, ya esas relaciones de poder se dan entre reinos-naciones y estas no son solo de tipo político, el comercio entre las diversas regiones del mundo se intensificó y con el advenimiento del arte, la literatura y sobre todo la ciencia, se establecieron redes enormes de información por todo el mundo conocido.  

La consecuencia obvia de todo esto fue el resurgimiento de los viajes y por ende, de la infraestructura requerida para esto: Puertos, caminos, postas, posadas, líneas fluviales y marítimas, etc.   Ya los motivos de los viajeros ya no eran únicamente las guerras o las peregrinaciones, ahora había una : Diplomáticos que establecían lazos entre los estados, científicos que buscaban compartir sus conocimientos, artistas que eran contratados por mecenas en diferentes partes de Europa, comerciantes que movilizaban sus productos y artesanos y constructores especializados que se movilizaban ofreciendo sus servicios por los diferentes burgos, nombre que pronto daría paso al actual de “ciudades”.

Este flujo de viajeros pronto vería nacer a quien se conocería algún tiempo más tarde como “turista”, es decir, aquel que viaja por el placer de conocer nuevos lugares o culturas y adquirir conocimientos y experiencias.   Estos “turistas” incipientes eran bastante temerarios, pues aparte de la inseguridad de los caminos, se enfrentaban a todas las incomodidades posibles, considerando que debían hacerlo casi siempre en caravanas de mercaderes para los cuales el mínimo lujo era un costo innecesario.  

El mundo conocido hasta ese entonces se expandió enormemente con el descubrimiento de América en 1492 por Cristóbal Colón.    Ya los portugueses habían encontrado el paso por el cabo de buena esperanza, al sur de áfrica, lo que les permitió llegar al lejano oriente y establecer colonias en esas regiones, pero lo que Colón encontró fue todo un nuevo mundo.

Este auge de conquistas, descubrimientos y expansiones imperiales fue generado por los viajes de exploración de los conquistadores, pero a su vez fue el motor que impulsó la circulación de personas y mercancías y el surgimiento de nuevos centros de explotación y producción de riquezas.  En 1519,  El Portugués Fernando de Magallanes, partió al mando de una flota de 5 naves de bandera Española de Sanlúcar de Barrameda en España, en su viaje en búsqueda de un paso entre Europa y Asia a través de américa, descubriendo lo que hoy conocemos como “estrecho de magallanes” en el extremo sur de chile.  Fue un viaje penoso y complejo, pero aunque Magallanes murió en una isla perteneciente al archipiélago que hoy es filipinas, luego de casi 3 años, solo una de las naves, comandada por Juan Sebastián Elcano, al mando de 18 famélicos tripulantes sobrevivientes, regresó al puerto de partida: Sanlúcar de Barrameda.  Este fue el primer viaje alrededor del mundo, que después de 17 siglos confirmó la teoría del sabio griego Eratóstenes sobre la redondez de la tierra, la cual se fue diluyendo durante los siglos de oscurantismo que siguieron después, al punto que todos daban como cierto que nuestro planeta era plano.

Aunque navegantes españoles, holandeses y portugueses tenían conocimiento del continente que se encuentra en los mares del sur, oficialmente se reconoce al capitán y navegante Inglés James Cook como el descubridor de Australia, pues este fue quien la exploró y cartografió en 1770.

A fines del siglo XVIII, el mundo conocido era prácticamente la totalidad del globo, con excepción de algunos parajes y lugares recónditos o de difícil alcance.   Las ciencias habían avanzado enormemente, al igual que las sociedades y las naciones-estado.  Se habían desarrollado rutas y caminos por todos los mares y continentes y el conocimiento era universal.  

 Hasta este momento, la humanidad aún no conoce el término “turismo”.  Lo anterior no quiere decir que no hubiesen existido “turistas”, sencillamente nadie sabía que se llamaban así!

En la próxima entrega vamos a recordar algunos de esos “turistas” sin nombre aún, que fueron los verdaderos precursores de los viajes de placer, antes que la actividad fuera tan popular que no solo adquiriría nombre propio, sino que se convertiría en uno de los principales motores de la economía de la civilización moderna.